Un informe de inteligencia del Ejército Nacional de Colombia sacó a la luz un movimiento estratégico del Ejército de Liberación Nacional (ELN) hacia la región del Catatumbo en el departamento de Norte de Santander.
Según el documento, al menos 80 guerrilleros, incluyendo menores de edad, habrían cruzado la frontera hacia Venezuela, utilizando los estados de Táchira y Zulia como ruta antes de ser recibidos por el Frente Efraín Pabón en suelo colombiano. Este desplazamiento busca aumentar la influencia del ELN en una zona rica en recursos ilícitos y disputada por varios grupos armados.
El informe, mencionado por Noticias RCN, describe cómo los insurgentes se organizaron en tres divisiones bajo el mando de un experimentado guerrillero conocido como alias Socito o Dumar. Este veterano, con más de dos décadas de actividad criminal, habría coordinado el traslado de los combatientes desde los municipios de Saravena y Arauquita en Colombia hasta la frontera con Venezuela. Allí, los guerrilleros recibieron capacitación avanzada en el manejo de armamento y explosivos, preparándolos para las operaciones en el Catatumbo.
Una de las revelaciones más alarmantes del documento es la inclusión de más de 15 menores de edad en este grupo de combatientes. Entre ellos, se encuentran tres adolescentes de entre 14 y 16 años, quienes fueron específicamente seleccionados y entrenados para participar en las acciones del ELN. La utilización de menores en conflictos armados no solo viola los derechos humanos sino que también plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y el futuro de estos jóvenes en una región ya de por sí inestable.
El objetivo de este movimiento estratégico es claro: fortalecer la presencia del ELN en el Catatumbo, una área clave debido a sus cultivos de coca, laboratorios de procesamiento de drogas y las rutas de tráfico de insumos químicos. El control de esta región podría significar un aumento significativo en los recursos y el poder de fuego para el grupo guerrillero, intensificando los enfrentamientos con otros actores armados como las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo.
Finalmente, este informe subraya la complejidad del conflicto armado en Colombia y cómo las fronteras nacionales no representan un obstáculo para los grupos insurgentes que buscan expandir su influencia. La situación pone de relieve la necesidad de una cooperación internacional más efectiva para abordar no solo el tráfico de drogas y armas sino también la protección de los menores involucrados en estos conflictos.
NOTICIERO DIGIAL