El actor usa la voz y el cuerpo para desdoblarse ante los demás, es decir, deja de ser él para convertirse en otro para cautivar. Así no los advierte siempre el amigo Bladimir Mendoza, un conocido actor de Cumaná con quien intercambiamos ideas, mientras se toma un sorbo de café caliente. Muy interesante el planteamiento para desentrañar a una estirpe política que prepara muy bien su discurso y gesto a la hora de entrar en la escena pública: El mesías, el ungido o el salvador de la patria.
El líder mesiánico construye su mundo ataviado de mitos y fantasías. Cuida exageradamente cada detalle de su figura y personalidad. Todos los días, después de levantarse, se para frente al grandioso espejo para observarse de la cabeza a los pies. Posa de un lado a otro, muestra su sonrisa y se tongonea con miras a descubrir y corregir algo que no cuadra en su buena actuación.
Es ése su maravilloso mundo, alejado de la muchedumbre a la que se ve inexorablemente forzado a actuar para seducirla y hacer con ella lo que mejor le apetezca. Por eso se esfuerza en leer de todo, estudiar cada aspecto de la condición humana y conformar una corte de bufones que lo halaguen y le lleven los más inverosímiles comentarios que se ventilan en la calle.
El mesías siempre está al acecho. No pierde tiempo, ni siquiera cuando va al lavabo. Allí drena todas sus energías y evacúa su pestilente sustancia mientras máquina cómo seguir adormeciendo a la plebe. No le queda otro camino que echar a volar su imaginación para sumergirse en ese pandemion de misticismo, simbología y leyendas.
Su obsesión es el poder, la placentera vida y los amoríos desenfrenados. Aunque intenta soñar con ellos no puede porque sufre de insomnio. En ese lapso sigue escarbándose la cabeza para visualizar cosas que pudieran atrapar aún más a esa plebe masilenta y esperanzada.
Ese personaje está en todos lados. No importa si a veces lo vemos con sombrero de cogollo y alpargata, vestimenta de Chanel o coloridas camisetas hawaianas tomándose un daiquirí frente a un grupo de panas. El mesías es así. Alegre, jactansioso e irresistible. Pero, al estar a solas es un alma en pena y vuelve a refugiarse en su espejo para corrobar su estado.
Así transcurren los días en ese personaje, lleno de paradojas en su interior. Jovial y feliz ante la prole, pero infeliz en su andar existencial. Mañana seguirá con la obra, cuan actor en las tablas frente a su público. Más temprano que tarde envejecerá y su desdoblamiento ante los demás no será el mismo. Pasará al rincón de los escombros y bagatelas.
COSTA DEL SOL