Un balón con forma de óvalo y un uniforme blanco y negro son la insignia del proyecto que, en cerca de dos décadas de trabajo, ha logrado reinsertar a 200 jóvenes con problemas de conducta. Lo que empezó como un proyecto de justicia restaurativa ha cambiado la vida de toda la comunidad
FOTO…Daniel López, Ramón Ruiz y José Arrieta al finalizar el partido de rugby en la Ciudad Universitaria, en donde realizan un intercambio de conocimientos sobre el deporte como una herramienta de control y prevención de la violencia, el pasado 30 de octubre de 2022.JAIME VILLANUEVA
Los chicos se preparan, estiran y calientan antes del partido. Unos se vendan los hombros, otros las rodillas y unos cuantos se colocan un protector bucal. En esta tarde de octubre, el Paraninfo de la Ciudad Universitaria de Madrid es el escenario donde se unen dos equipos de rugby y tres proyectos sociales a través de un partido amistoso. El objetivo es intercambiar saberes y experiencias sobre el impacto de este deporte como una herramienta de reinserción social, de encuentro y prevención de la violencia. “Nosotros jugamos para transformar vidas”, cuenta José Arrieta, uno de los fundadores de proyecto Alcatraz. El Gordo, como le dicen en el deporte, habla de los más de 200 jóvenes miembros de bandas delictivas del municipio de Revenga, en Venezuela, que lograron dar un giro de tuerca a sus vidas gracias al deporte.
Aunque Arrieta es primera línea del club venezolano Alcatraz Rugby Club, defenderá este día la camiseta de rayas blancas y negras del equipo invitado, Orquídeas Negras, que agrupa a exjugadores de la selección venezolana de rugby y que, afectados por la crisis en su país, han decidido emigrar a Europa. Mientras se prepara, Arrieta reseña el origen del proyecto Alcatraz, en 2003, cuando un grupo de jóvenes que él mismo lideraba fue capturado por la policía tras robar en la Hacienda Santa Teresa —productora de ron—, allí en Revenga. “Tuvimos dos opciones: ir a la cárcel o hacer trabajo comunitario. Elegimos la segunda. Me formaron para trabajar, pero sobre todo aprendí a jugar al rugby y pasé de ser un líder negativo a tener un liderazgo virtuoso”, recuerda.

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