Home destacados Lecciones de la transición democrática de Nepal, por Marino J. González R.

Lecciones de la transición democrática de Nepal, por Marino J. González R.

38
0

Nepal es uno de los seis países que han logrado transiciones democráticas exitosas en lo que va del siglo XXI. Este proceso de transición se inició en la última década del siglo pasado, pero es desde el año 2014 que ha logrado mayor estabilidad y profundidad.

En el gráfico se compara la trayectoria de Nepal y Venezuela desde 1988, de acuerdo con el valor del Índice de Democracia Liberal (IDL), elaborado por el programa de investigación «Variedades de Democracia» (V-Dem), desarrollado desde hace varias décadas por la Universidad de Gotemburgo, Suecia. Los valores indicados para cada país están disponibles en el respectivo sitio web de V-Dem.

Nepal y Venezuela: Índice de Democracia Liberal (IDL)

1988-2023

Fuente: Varieties of Democracy (V-Dem)

Puede apreciarse en el gráfico que, así como la democracia se puede deteriorar en períodos relativamente cortos (Venezuela entre 1999 y 2000), otros países como Nepal requieren procesos largos y complejos para avanzar en el camino de la democratización. En el último reporte sobre Nepal elaborado por el Índice de Transformación de la Fundación Bertelsmann se destacan los rasgos más significativos de la democratización de Nepal.

Según se señala en este reporte, hasta 1990 Nepal era una monarquía autocrática. En ese año un amplio movimiento democrático originó la constitución de una monarquía parlamentaria con múltiples partidos políticos. Sin embargo, esta primera transición no pudo consolidar una democracia liberal efectiva. El auge de una rebelión de inspiración maoísta, con apoyo en la población rural, trajo como consecuencia una guerra civil y el consiguiente deterioro democrático.

Este período de declinación se extendió hasta 2006 cuando, en respuesta al golpe del rey Gyanendra, una alianza de siete partidos políticos, la insurgencia maoísta, y la sociedad civil, obligaron al rey a restaurar el parlamento. Este nuevo gobierno estableció el acuerdo de paz con la insurgencia maoísta, y procedió a aprobar una constitución interina en 2007. En las elecciones del año 2008 se abolió la monarquía y se estableció la república federal.

En la década siguiente las tensiones entre los partidos políticos nepaleses impidieron los acuerdos fundamentales para el funcionamiento efectivo de la democracia. Para ello se requería la aprobación de una nueva constitución. Ninguno de los tres gobiernos de ese período pudo concertar esa nueva constitución. Por ello el Índice de Democracia Liberal (IDL) retrocedió de manera muy evidente.

En 2014 se constituyó una nueva Asamblea Constituyente que tampoco tuvo éxito en aprobar la constitución. Sin embargo, dos severos terremotos que afectaron Nepal en 2015 fueron motivadores del ambiente político necesario para acordar la nueva constitución. Desde ese año, una combinación de coaliciones políticas funcionales y elecciones en distintos niveles de gobierno, han condicionado una mayor estabilidad de la democracia en Nepal.

*Lea también: En defensa de la democracia, por Stalin González

Dos lecciones al menos pueden distinguirse en la experiencia de la transición democrática de Nepal. La primera de ellas es lo fundamental de contar con acuerdos políticos que involucren amplios espacios del espectro ideológico, como es el caso de la coincidencia de partidos comunistas de diferentes orígenes, y otros partidos de tendencia social demócrata y de centro.

La otra lección es la importancia que tiene cuidar la democracia como también señala el expresidente de Chile Ricardo Lagos. Las involuciones de la democracia nepalesa entre 2000 y 2005, y luego entre 2010 y 2013, son evidencias de que la falta de acuerdos sustantivos puede ocasionar retrocesos que lleva tiempo recuperar. La experiencia de Venezuela también es altamente demostrativa en este aspecto. De manera que no es suficiente alcanzar un estadio adecuado de democracia, lo crucial es mantener con efectividad la tendencia democratizadora.

Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

Previous articleMárquez propone a Maduro recibir comisión que le exponga situación de presos tras el 28J
Next articleJesús Alberto Castillo: El compromiso ciudadano que nos corresponde

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here