El año 2021, nos dejó aparte de la continuación de la pandemia del Covid-19, una serie de eventos políticos que deben ser considerados en todo nuevo escenario que se nos presente. Aparte de los ya consabidos resultados de las elecciones regionales y municipales donde la oposición alcanzó a ganar algunos espacios, los cuales debieron ser muchos más, pero como dice el refrán popular:” pudo más el interés que el amor que le tenía”, se debe considerar y analizar seriamente como la actitud de algunos candidatos que inicialmente lucían con muy buenas expectativas para lograr un consenso real a la hora del voto, convirtieron sus campañas en aislamientos en la coordinación de sus respectivos comandos con las organizaciones que se adhirieron de buena fe a sus candidaturas, llegándose al caso de ni siquiera nombrarlas como aliadas. Esta conducta, totalmente reñida con la que tiene que asumir de manera responsable y coherente cualquier político medianamente sensato, en nuestra opinión fue una de las causas que más influyó en las derrotas y que hasta ahora no tiene ninguna explicación en los manuales de “Cómo ganar una campaña electoral”; este enigma quedará en la historia política de Guayana donde palmariamente se evidenció. Ahora bien, vamos a el presente; dado que hemos sido inquiridos sobre cual es nuestra posición en cuanto a la solicitud ya fallida a ésta fecha del referendo revocatorio presidencial, solo podemos decir que la experiencia que hemos tenido respecto a ello no ha sido en lo absoluto favorecedora para los venezolanos que hemos creído en éste derecho consagrado en la Constitución y que en teoría debió ser un recurso idóneo para resolver situaciones críticas en la gobernanza de nuestro país, como las que padecemos en la actualidad. Con esa “fulgurante” respuesta con la cual el CNE dejó a a los solicitantes y a los que no lo solicitaron también “con los ojos claros y sin vista”; sobran comentarios. Si realmente queremos resolver nuestro problema, es necesario que tracemos una hoja de ruta transitable, coherente y especialmente realizable para las elecciones del 2024, con la convicción plena en que sea la correcta para recuperar la confianza de ese electorado ávido por un cambio sustancial tanto del peor gobierno que ha tenido nuestro país, como de esa oposición que le ha desgastado tantas esperanzas con las peores políticas que se puedan recordar. Lo ocurrido en Barinas es un punto de inflexión muy importante y que debe servir de referencia sobre todo para entender que el gobierno puede ser derrotado en las urnas electorales, con los votos en masa y con coraje ciudadano. Esa es la tarea, de nosotros dependerá cumplirla como políticos conscientes de una realidad que no puede ni debe ser ocultada en una hoguera de vanidades.
Jesús Salvador Rodríguez G.
PRENSA MAS BOLIVAR