En las últimas horas, se ha reportado que se registró una intensa actividad militar de EEUU en el mar Caribe, con aviones operando entre Puerto Rico, Panamá, Colombia, Bahamas y las Antillas.
Esta movilización forma parte de una estrategia más agresiva impulsada por la administración del presidente de EEUU, Donald Trump, que busca enfrentar a cárteles latinoamericanos designados como organizaciones terroristas globales.
El Pentágono confirmó que estas operaciones tienen como objetivo interrumpir las rutas de tráfico de drogas y reforzar la seguridad nacional estadounidense.
El despliegue incluye aeronaves de vigilancia, cazas y unidades navales. Las mismas patrullan zonas clave del Caribe, donde según Estados Unidos, se detectó un aumento en el uso de rutas marítimas para el transporte de cocaína y fentanilo hacia territorio estadounidense.
Según fuentes del Departamento de Defensa, los grupos criminales como el Cártel de Sinaloa y el Tren de Aragua han expandido sus operaciones en la región, lo que ha motivado una respuesta militar directa.
La orden presidencial autoriza al ejército a ejecutar acciones que antes eran competencia exclusiva de agencias civiles, como persecución y captura de sospechosos.
La decisión ha generado reacciones mixtas en América Latina. Mientras algunos países han mostrado disposición a colaborar en acciones conjuntas, otros gobiernos, como el de México, han expresado preocupación por la soberanía nacional y el riesgo de una intervención directa.
El despliegue revive tensiones históricas en una región donde la presencia militar estadounidense ha sido vista con recelo. Especialmente en países como Cuba y Venezuela. Sobre esta última nación, Nicolás Maduro ha sido blanco directo de acusaciones por vínculos con el narcotráfico.
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