Temas como los nacionalismos, la independencia de las comunidades autónomas, la praxis constitucional, el papel de la Monarquía y el decoro político, ocupan los titulares de prensa y de las redes sociales
Estuve en España a finales de 1974, en la víspera del fallecimiento de Francisco Franco. Luego de varias visitas posteriores regresé hace pocas semanas. Al cabo de mucho tiempo puedo percibir cómo ha cambiado el país ibérico. A finales de la década de los setenta del siglo pasado, la España rural se había convertido en un país moderno que esperaba con angustia el fallecimiento del caudillo.
Durante mi primera visita tuve la ocasión de conocer a una personalidad promotora del pos-franquismo quien en las aulas universitarias y en proyectos editoriales como la revista Cambio 16, se manejó con destreza frente a la censura. Se trata de Luís González Seara. Él, junto con otros destacados políticos provenientes en las corrientes socialcristianas, socialdemócratas y marxistas, como lo fueron Felipe González, Enrique Tierno Galván, y Santiago Carrillo, más figuras del franquismo como Adolfo Suárez y Manuel Fraga Iribarne moldearon este pasaje de la dictadura franquista a un régimen democrático.
No fue fácil dibujar esa transición. El peso de la Guerra Civil, los contrastes entre la España de 1939 y 1975, la diversidad histórica española, las diferentes nacionalidades y la existencia de la regencia borbónica frenaban cualquier iniciativa. Solo el empeño de algunos políticos y de representantes de la Iglesia Católica y del empresariado, quienes contaron con la ayuda de demócratas de todo el mundo, en especial de América Latina y Europa, lograron crear las condiciones mínimas para llevar adelante su proyecto nacional diferente.
Hoy, al cabo de tanto tiempo, miro con honor la calle donde me alojé en ese año de 1974, en una residencia de estudiantes, muchos de ellos rebeldes y comprometidos con el cambio y que a escondidas aportaban su granito de arena a la causa libertaria. Si bien es cierto que en el año 2025 la democracia española navega con lo que puede por un caudaloso río, también no es menos cierto que los “fantasmas del pasado” siguen estando presentes en el devenir de ese país.
España está en crisis. La política se ha degradado y vemos como la corrupción ha enfermado la Razón de Estado y ha acelerado viejos temas que aún no están resueltos y que con ingenuidad fueron escondidos en los primeros años de felicidad. Temas como los nacionalismos, la independencia de las comunidades autónomas, la praxis constitucional, el papel de la Monarquía y el decoro político, ocupan los titulares de prensa y de las redes sociales.
En síntesis, la ilusión que generó el ocaso del franquismo ha dado paso a una negligencia en donde las descalificaciones y la intriga juegan un rol importante. Ojalá España vuelva a tener un espacio de respeto y de compromiso que frene este descalabro.
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