Iniciamos julio con una agenda electoral internacional muy activa que tan solo en esta semana abarca elecciones generales en el Reino Unido (4 de julio) y segundas vueltas en Irán (5 de julio) y Francia (7 de julio). Cerramos el mes con la elección presidencial en Venezuela (28 de julio). En el mundo globalizado de hoy, de una manera u otra ellas se interconectan por razones geopolíticas.
Un ejemplo de esto está en las estrechas relaciones de la autocracia venezolana con la teocracia iraní, que hacen de mutuo interés las elecciones que en este mes se llevan a cabo en ambos países. En la segunda vuelta de las elecciones iraníes, aunque el candidato reformista Masoud Pezeshkian repita el triunfo de la primera vuelta contra el ultraconservador Saeed Jalili, el resultado definitivo estará sujeto a las decisiones del Consejo de Guardianes, especie de Tribunal del Santo Oficio, la Santa Inquisición iraní. De manera que las preocupaciones del gobierno iraní, en ejercicio o electo, estarán no tanto en los resultados internos (al fin y al cabo, el cargo de presidente es subalterno al de ayatolá) sino en los resultados electorales venezolanos el próximo 28 de julio. Porque con beneplácito del régimen, nuestro país se ha convertido para Irán en cabeza de puente para sus intereses geopolíticos de expansión de influencias en el continente americano.
Por razones históricas y culturales, lo que pase en Europa repercute entre nosotros. En las elecciones generales del Reino Unido hoy 4 de julio, es casi un hecho que los británicos darán el triunfo al partido laborista de centro izquierda, bajo el liderazgo de Keir Starmer, luego de 14 años de desastroso gobierno conservador. Su lema de campaña, en un solo vocablo, es uno que a los venezolanos nos resulta familiar: Change / Cambio.
Convocadas sorpresivamente por el presidente Macron luego de su derrota en las elecciones de la Unión Europea, las elecciones parlamentarias en Francia han roto con su tradición republicana en la primera vuelta. Un editorial del diario madrileño El País lo apuntaba con particular dramatismo: «Francia, cuna de una idea de la Europa de los derechos humanos y la Ilustración, tiene una semana para decidir si coloca a la extrema derecha euroescéptica y nacionalista en el poder, o si frena su ascenso imparable con una única coalición heterogénea que abarque desde la izquierda radical a la derecha moderada».
Es nada menos que un llamado a la unidad pragmática en contra de un daño mayor. Es lo que estamos ensayando los venezolanos en estos tiempos, a través de la unión de diversos partidos en la Plataforma Unitaria Democrática, más el extraordinario añadido de María Corina Machado (MCM) y su formación Vente, para agruparnos todos alrededor de la candidatura de Edmundo González Urrutia (@EdmundoGU), apoyada por tres tarjetas: la «manito» de la MUD, y los partidos Un Nuevo Tiempo (UNT) y Movimiento por Venezuela (MPV).
Todo esto en una singular campaña en la que ríos de gentes se reúnen para vitorear a MCM y Edmundo, sin propagandas pagadas, sin transporte, esquivando obstáculos del régimen (el más reciente, destrozar una carretera andina para impedir el paso de vehículos e incomunicar a los vecinos), sancionando a humildes prestadores de servicios por el «delito» de atender a MCM y acompañantes; en fin, enloquecidos por el desamor del pueblo.
Decía Simón García en artículo reciente, «el gobierno no está compitiendo con un partido de oposición, sino contra el rechazo de toda una sociedad. El país, no los partidos, es la oposición que encuentra el gobierno. Y eso se expresa en una voluntad de cambio que concentra sus preferencias de voto en el candidato que aparece como ganador».
Todas las encuestas respetables dan como ganador a Edmundo González Urrutia, con amplia ventaja sobre el candidato del régimen, que no es otro que el mandante. Lograr esa unidad, limar diferencias y sobreponerse a ellas, ha sido un ejercicio de humildad en afán de alcanzar un bien superior, que hay que agradecer. Hay otras pocas candidaturas adicionales fuera de esta unidad, que convocan cifras residuales de respaldo ciudadano, y a quienes yo invitaría a sumarse al esfuerzo colectivo de la candidatura unitaria, alrededor de grandes objetivos comunes, más allá de diferencias puntuales.
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No es necesario que todos toquemos idéntica partitura. En el sonido organizado de la orquesta se pueden escuchar disonancias que enriquecen el producto final, al decir del gran bolerista Tito Rodríguez cuando se refería a su orquesta. Es lo que lograremos en esta gran unidad con la cual desplazaremos a quienes han hecho tanto daño en estos 25 años.
Nunca antes tuvimos una oportunidad tan clara de lograrlo. No la dejemos pasar. Estemos prestos a defender cada voto y cada acta para asegurar la victoria.
Gioconda Cunto de San Blas es Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Investigadora Titular Emérita del IVIC.
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