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Chávez y su extrema derecha, por Luis Ernesto Aparicio M.

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En varios de mis artículos, me he referido a los avances de la extrema derecha. Un avance que se ha podido dar como descontado, debido al gran descontento que existe en muchos países, sobre todo en Europa, contra quienes, si no están en el poder, se encuentran muy cerca de lograrlo. Con la llegada del extremismo de corte extremista, se abren las puertas para que se replique el mismo escenario más allá de las fronteras europeas.

La mayoría de los analistas e historiadores coinciden en muchos de los puntos que explican el ascenso de la extrema derecha, incluyendo cómo esta categoría ideológica ha utilizado elementos que la izquierda o ciertos partidos de derechas dejaron de lado durante sus gobiernos o en sus posiciones ante los abusos de poder.

En ese sentido, destaca cómo la extrema derecha ha sabido capitalizar los asuntos que los gobiernos de derechas o de izquierdas no supieron atender, a pesar de haber surgido, en muchos casos, como adalides en la procura de la solución. Además, está la presencia de cierta moderación, al menos en apariencia, sobre sus antiguas posiciones como la tendencia clara hacia el autoritarismo, el nacionalismo extremo, las libertades, la economía y, por supuesto, la emigración y antiglobalización. Todo un plan para presentarse como una alternativa ante las crisis que estos temas generan.

No obstante, el arma que han perfeccionado con mayor precisión es el uso del discurso populista y su tendencia a crear una nueva especie de ciudadano. En este sentido, parece que la extrema derecha siguiera un manual, no escrito, que le funcionó muy bien a Hugo Chávez y a sus herederos.

Sabemos que es un tema bastante discutible y por eso es importante traerlo a la cuestión. Al revisar de forma exhaustiva a personajes como Javier Milei, Nayib Bukele, Jair Bolsonaro, Marine Le penn y Donald Trump, podemos ver elementos similares en sus actuaciones, discursos y ofertas de gobierno con soluciones fáciles, llenas de autoritarismo, inmediatas y superficiales.

Los discursos de la extrema derecha de Chávez, para identificarlas más rápidamente, intentan siempre pescar en el mar de desafección con gran maestría, siendo capaz de hacer ver que todos los políticos son cortados con una misma tijera, menos ellos. Con ellos consiguen transmitir una supuesta autenticidad y hasta pueden hacer sentir a los votantes que ellos son uno más.

Además, el estilo de gobierno basado en el control absoluto de las instituciones democráticas y otros factores que permiten el equilibrio democrático, funcionando como contrapeso, también es un ejemplo de como muchos extremistas conservadores se van mimetizan con el Hugo Chávez que muchos venezolanos conocieron. Hoy, muchos, son atraídos como panal de miel por otros similares al autócrata venezolano.

Se habla mucho de venezolanos como parte del círculo cercano de Bukele, sugiriendo que estos han ayudado al populista salvadoreño con muchas de sus ideas. Aunque no he corroborado personalmente esta información, reconocidos medios la han difundido. Esto sugiere que la simpatía hacia este tipo de figuras puede estar presente en sus preferencias de estilos de gobernantes.

El comportamiento de Chávez y su internacionalización es un tema poco tratado por algunos, pero las evidencias están a la vista de todos: el control de la justicia y el poder legislativo que él implementó durante su gobierno, otorgan un peligroso absolutismo que busca ser replicado por sus admiradores o porque es importante parecerse a ellos para ser exitoso en la política.

*Lea también: La derechización de Europa, por José Rafael López P.

Como ha mencionado Moisés Naím, se ha desarrollado una exportación del chavismo con su decálogo, incluso, con su forma de actuar, hablar y elegir quién es el enemigo y quién no. Esta globalización abarca a muchos venezolanos dispersos por el mundo que se sienten atraídos por el más «duro», aquel que castigará a los emigrantes –como si ellos mismos no lo fueran–, el que resolverá los problemas desde la superficie, dejando el verdadero intacto, en las profundidades.

La extrema derecha se envuelve en ese discurso que todos vivimos con Hugo Chávez y que ahora se ha perfeccionado con sus herederos para seguir vendiendo la idea del caudillo necesario. No se trata de buscar al más – ¿chavista? – manipulador y amenazador de todos para que me represente según mi forma de pensar, sino de descubrir que auténticamente combatimos esas tendencias, en favor de las libertades y la democracia.

Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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