Nos estamos haciendo más conscientes del proceso electoral presidencial. Está ahí, solo 20 días nos separan de ello. Se palpa en los rostros, se oye en las palabras. ¡Hay conciencia sobre algo que va a ocurrir!
Los pensamientos, memorias y emociones están puestos todos en el proceso electoral, por lo cual parece ver algunos como el paso lógico de nuestra evolución política.
Lo que está en desarrollo es desconocido por algunos, pero esperado por todos: un resultado electoral que signifique un cambio. Venezuela merece un nuevo horizonte. Pareciera que ese cambio también lo espera el cuerpo social, en sus distintas estructuras psicosociales: políticas, económicas, religiosas, culturales.
El producto de mayor consumo entre los venezolanos hoy pareciera ser el pensamiento de cambio. La energía, y su alta vibración, está orientada a un futuro mejor, realizable en el más corto plazo posible, para resolver necesidades fisiológicas, seguridad individual y colectiva (no socavarlas «legalmente» en nombre de la seguridad del Estado, como arma que inmoviliza las protestas o los llamados de atención a los gobernantes), y sobre todo, en cuanto a la dignidad, no temer ser venezolano dentro y fuera del país y disfrutar una mejor salud mental.
El venezolano cree en su país ¡Lo necesita!
La labor se presenta ardua, fuerte, pero ha renacido el compromiso consciente y poderoso de gozar de un país sostenible, con libertad de acuerdo con la ley natural y las normas legislativas.
El venezolano hoy busca ley y espíritu, como resultado del camino del cuál viene. Su esencia de observar y encontrar las enseñanzas le han permitido visualizar que el bien común y la convivencia sana es posible y positiva en la medida que él se integre a los fines comunes.
El cambio no presupone que el conflicto cesó. Pero sí deja en claro que cambió el pensar y el actuar de la mayoría. Venezuela debe superar el conflicto para procurar avanzar en un desarrollo sostenible.
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Debemos aprovechar este momento y establecer un nuevo pacto de convivencia, para no volver a vivir con la mente y el cuerpo en disociación sino en unidad y en voluntad común, sin prácticas destructivas.
El cambio está en nosotros, cada uno podemos sumar para hacerlo posible.
Griselda Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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