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El chavismo/madurismo: el vergonzoso final de un ciclo histórico

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Estamos asistiendo, en estos momentos, a los estertores de una lúgubre
etapa sociopolítica en la historia de nuestro país. Como ya es sabido, todo en el
Cosmos cumple su ciclo, todo se acaba y, así ellos -ese chavismo asqueroso y
pestilente no quiera reconocerlo ni aceptarlo- se deben ir. Como dice el lugar
común: les llegó su cuarto de hora. Es la ley del Universo y, por lo tanto, ley de
vida biológica, económica y, en este caso, política.
Durante veinticinco años el venezolano ha recibido suficiente castigo
(quizás merecido) debido a su manifiesta irresponsabilidad para con el país, con
los niños, y con nosotros la gente de la tercera edad por haber escogido, en 1998,
como gerentes de los destinos de esta tierra tanto a un sociópata primero, -un
flautista de Hamelin tropicalizado, un sicofante con todas las de la ley- como a un
ignorante e iletrado después que hicieron, ambos, lo que solo individuos de tal
calaña saben hacer: destruir un país considerado de los más ricos del mundo.
Veinticinco años perdidos, desvergonzadamente desperdiciados dejando a
la gran mayoría de los venezolanos sumidos en la más abyecta miseria de la que
se tenga conocimiento. Veinticinco años de oprobio explícito y manifiesta sumisión
de una sociedad que solo pedía bienestar para todos. A cambio, recibimos muerte
y más muerte, vidas valiosas agraviadas hasta el brutal fallecimiento: un
verdadero martirologio de vidas desechadas cual harapos inservibles; presidios
infames en las peores mazmorras de que se tenga noticia, confiscación de bienes
muebles e inmuebles a gente trabajadora en aras de un colectivismo inútil e
ineficiente, desapariciones forzadas y torturas inverosímiles mientras los matarifes
reían a mandíbula batiente, en una conducta más cercana a la de un engendro
infernal y demoníaco que a la de un ser humano.
Se creyeron poseedores de la verdad y de nuestras vidas. Nunca fueron
capaces de escuchar sugerencias provechosas y mucho menos de construir
autocrítica. Se creyeron caciques de nuestro destino al condenarnos a la miseria
mediante un salario por debajo de los niveles de pobreza. Se creyeron dueños de
la magnanimidad divina al proporcionarnos el “beneficio” de unas bolsas de
“comida” más propia de cerdos que de seres humanos. Por todo eso y más (pues

me he quedado corto, por mucho, en la descripción) esa entelequia ideológica
difusa, amorfa e ininteligible llamada socialismo del s. XXI debe ser sepultada en
los lugares más recónditos y vergonzosos de la historiografía venezolana y que
nunca más -lean bien- nunca más a ningún venezolano de bien se le ocurra
ensalzar las “bondades” sociales del comunismo.
Se aproximan mejores tiempos -a estas alturas de la vida política del país
nada puede ser peor- estamos en el umbral de un nuevo comienzo, una nueva
oportunidad para, esta vez sí, aprovechar de la manera más eficiente posible, los
recursos de todo tipo que la Providencia ha puesto en esta tierra para provecho de
los venezolanos. Es posible que se tarde un tanto y que personas como yo, a
nuestra edad, no tengamos la oportunidad de verlo; no importa, tenemos, hoy, la
convicción de que les dejaremos a los que vienen atrás, un mejor país.
Que así sea.

F. J. Nadales

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