Ahora que el presidente electo Don Edmundo González Urrutia salió del país después de haber sido sometido durante seis meses a una inclemente campaña de insultos y vejaciones, infundios, burlas y amenazas hasta llegar a la criminalización por el inexistente forjamiento de las actas de escrutinio del 28-J, bien vale la pena recordar que en Venezuela, durante los últimos 25 años de convulsiones «revolucionarias», no ha habido mayor delito que postularse a la primera magistratura nacional.
No vaya a creer alguno que es exageración. Evidencias de ello da un simple vistazo a las persecuciones por las que atravesado o están padeciendo quienes, por ejemplo, fueron en su momento precandidatos presidenciales en las primarias del 2012. El ganador, Henrique Capriles Radonsky, permanece con una inhabilitación de 15 años. Pablo Pérez, inhabilitado políticamente desde 2017 hasta 2024. María Corina Machado, ganadora de las primarias del 2023, inhabilitada por 15 años y hoy perseguida política en situación de resguardo. Diego Arria fue expropiado, Imputado y se libró en su contra orden de captura. Desde entonces permanece en el exilio. Pablo Medina, perseguido y en el exilio.
A Antonio Ledezma, quien se retiró antes de esas primarias, por dos veces le desconocieron su triunfo en la Alcaldía Mayor de Caracas y le dejaron el cascarón vacío, pasó casi tres años detenido hasta que logró fugarse al destierro. Leopoldo López, quien se retiró de aquellas primarias para apoyar a HCR, pasó 5 años de cárcel y está en el exilio. Podrá decirse que las detenciones de esos dirigentes políticos no se debieron a sus precandidaturas, pero está claro que el régimen siempre encontró pretextos y trabajó para empujarlos fuera del juego político-electoral. Quien fue candidato presidencial en 2006, Manuel Rosales, también padeció cárcel y exilio.
¿Es acaso una casualidad?¿Es la dirigencia opositora no más que un nido de «terroristas» que jamás ha creído en la ruta electoral o existe un patrón que los condena a terminar bajo la persecución del envilecido entramado de los poderes del Estado, cooptados por la cúpula del régimen desde hace muchos años?
En verdad, es finalmente el ejercicio de los derechos políticos constitucionales lo que está siendo cada vez más conculcado, tanto para los principales dirigentes como para todo aquel que enfrente al régimen desde cualquier posición, bien sea desde dentro de una organización partidista o fuera de ella.
En convertir a un posible candidato un eventual enemigo al que había que barrer a toda costa, Chávez no se anduvo con disimulos. Con astuta y perversa habilidad para crear escenarios hipotéticos contra las que luego se mostraba feroz e implacable, un día sacó de su inagotable repertorio de falsedades que el empresario Lorenzo Mendoza se iba a lanzar a la presidencia de la República. El país, con estupor, contempló en cadena nacional la respuesta que Chávez se dio a su propio invento:
–¿Quieres ser presidente, no? Te quito la Polar, te la quito todita…
Si insólita y grotesca fue la amenaza, peor fue el tono con el que la pronunció. Mendoza no quiso ser candidato ni cuando las encuestas lo señalaban con gran apoyo popular de manera espontánea.
El robo electoral del 28 de julio no nos llegó de sopetón. Fueron años de ir minando la garantía del voto, de desconocer resultados en elecciones regionales (robo de la gobernación de Bolívar a Andrés Velásquez) o de inventarlos, como ocurrió con el fracasado referendo sobre el Esequibo, nefasto precedente al fraude presidencial que quieren imponer y que el mundo democrático repudia, al tiempo que condena las sistemáticas violaciones a los derechos humanos, como lo acaba de hacer un prolijo informe de la ONU.
Lo increíble es que un régimen todopoderoso que marcó la cancha electoral con todos los abusos, sesgos, ilegalidades y ventajismo, inhabilitaciones candidaturales y partidistas perdiera en forma apabullante las elecciones con ese venezolano decente que es Edmundo González Urrutia, a quien la inmensa mayoría de los venezolanos no supo de él hasta abril de este año.
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El proceso político que condujo a Edmundo González Urrutia a ser electo presidente de la República con el 67 % de los votos no se ha detenido ni se detendrá con su salida del país hacia España. Allá desempeñará nuevos roles internacionales. Sabe que cuenta con el aliento de los venezolanos que aguardarán su regreso.
Vendrán más manipulaciones, ilegalidades y patrañas, pero el pueblo venezolano se decidió nítidamente por un cambio que le abra las puertas del futuro. Y no va a cejar en ese camino que, hoy por hoy, sigue liderando María Corina Machado.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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