Desde hace unas semanas los poderosos que nos gobiernan han vuelto a proclamar el valor del llamado «poder popular» y tras la bandera de las «comunas» pretenden imponer una forma de dominación y control social que en nada tiene que ver con la verdadera organización popular que existe en Venezuela.
Las «comunas» que promociona Miraflores no son otra cosa que un intento de intervenir la organización popular de base a través de un sistema vertical, impuesto de arriba hacia abajo, controlado por el Estado y el partido de gobierno.
Es una forma de organización políticamente monocromática, que no admite el libre debate de ideas y los consensos democráticos, una estrategia para crear militantes de partido de gobierno, un modo para vigilar a las comunidades a través de la llamada «fusión policial y militar», un plan, en definitiva, de abierta vocación totalitaria disfrazada con la farsa de una supuesta democracia directa y participativa, argumento con el que buscan suprimir los restos de democracia que superviven en nuestro país quitando competencias a la verdadera organización popular y al trabajo de las alcaldías y gobernaciones.
Miraflores pretende garantizar la gobernabilidad de Venezuela intentando alcanzar, por medio del partido de gobierno, las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad del Estado involucrados en sus «comunas», todos los vasos comunicantes de nuestra sociedad, negando los valores de la verdadera organización popular caracterizada por su apego a los valores democráticos y debate de ideas, acostumbrada y entrenada en el complejos proceso de alcanzar consensos para la búsqueda de soluciones a los problemas de la comunidad, anclado en el trabajo voluntario de ciudadanos que han entendido la importancia del esfuerzo de coordinar con diversidad de actores de la sociedad civil y que se ha apuntalando en los liderazgos que nacen y se fortalecen de abajo hacia arriba en los sectores populares.
Este proyecto oficialista de retomar la agenda «comunal» se enmarca, además, en un objetivo aún mayor donde Nicolás Maduro aspira a crear, usando violencia, reformas «legales», programas de formación ideológica e imposición violenta, una supuesta organización popular que lo legitime como presidente, un proyecto que no pudo alcanzar por la vía de los votos el pasado 28 de julio y que ahora quiere sacar adelante imponiéndoselo a la gente desde el Estado y el partido de gobierno.
Siguen desconectados de la realidad del país, pretenden legitimarse a los golpes, con propaganda y formas de organización ajenas a la gente y que responden a una parcialidad política. La realidad es que las comunidades no creen en los consejos comunales ni en quienes han sido designados para coordinarlos, mucho menos luego del comportamiento persecutorio desplegado después de las elecciones.
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De manera que se trata de un proyecto costoso y complejo que se topará con la resistencia de una sociedad que ha decidido insistir en el cambio pacífico y democrático que decretó el pasado 28 de julio, un pueblo que ha encontrado en la verdadera organización popular comunitaria un reservorio de valores democráticos con los que seguirá resistiendo y enfrentando al régimen hasta lograr el cambio democrático que la mayoría de los venezolanos impulsamos en las elecciones.
Este ha sido y seguirá siendo nuestro compromiso.
Roberto Patiño es Ingeniero de Producción-USB. Magíster en Políticas Públicas-Harvard. Cofundador de Alimenta La Solidaridad y de Caracas Mi Convive.
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