Cómo era de esperarse, cada semana se realizan encuentros o se publican
análisis sobre las posibles estrategias que adoptará Donald Trump hacia América
latina y, en particular, hacia Venezuela. Recientemente, el Atlantic Council publicó
el artículo titulado “Hay un camino más efectivo que la ‘máxima presión’ para
Venezuela”, en el que se argumenta que mantener las actuales licencias
petroleras sería más beneficioso para los intereses de Estados Unidos. Se indica
que esta política permite frenar un mayor acercamiento de Venezuela con Irán y
China, al tiempo que fortalece la seguridad energética estadounidense.
Frente a estas consideraciones, diversas instituciones de línea más conservadora,
como la Fundación Heritage, han publicado análisis que, al contrario, recomiendan
intensificar las sanciones y ejercer una máxima presión para garantizar un cambio
político.
PREDECIR
A pesar de las opiniones dividas en la dirigencia estadounidense, existe un
sustrato común que ha dotado de apoyo bipartidista a las políticas hacia
Venezuela. Este consenso tiene que ver con la idea de que América Latina es una
región subordinada a los intereses geopolíticos de Washington, aunque haya
divergencias en los métodos y grados de intervención.
Sin embargo, a pesar de este consenso histórico y de las propias decisiones de
Trump en su primer mandato, ¿por qué es tan difícil predecir la política que
adoptará ahora que está de regreso al poder?
PETRÓLEO
Para responder a esa interrogante, tendríamos que prestarle atención a los
diversos intereses que se mueven detrás de la escena, desde los económicos,
como el petrolero, hasta los más propagandísticos, como la migración.
Venezuela, por más que se diga, sigue teniendo un papel relevante en el
escenario energético. Aunque Estados Unidos produce y exporta petróleo, muchas
de sus refinerías están diseñadas para el petróleo pesado y las mezclas de
Venezuela. Canadá podría ser una alternativa, pero su petróleo es más costoso y
complejo de procesar.
WALL STREET
A este interés petrolero se suma el de los tenedores de bonos, afectados por las
sanciones que impiden el refinanciamiento. La renegociación de la deuda está
ligada a la producción de petróleo, ya que representa la principal fuente de
ingresos del país, sin los cuales es imposible una renegociación.
De ahí que este sector económico presione por políticas que permitan una mayor
flexibilidad en las regulaciones sobre Venezuela. En este sentido, los intereses de
Wall Street coinciden con los de empresas como Chevron.
LEOPOLDO PUCHISILICON VALLEY
Sin embargo, este pragmatismo choca con las posiciones de otros miembros del
equipo de Trump, no solo de aquellos políticamente interesados, como Marco
Rubio y el clan de Florida, sino también con otras perspectivas económicas, como
las del Silicon Valley,
Mientras Wall Street, centrado en las ganancias financieras, busca flexibilizar las
sanciones para refinanciar bonos y recuperar inversiones, figuras como Elon Musk
ven a Venezuela como un escenario geopolítico donde su visión de supremacía
tecnológica podrían prevalecer. En este nuevo mandato de Trump, la influencia de
Musk podría tratar de inclinar la balanza hacia políticas más agresivas.
MIGRACIÓN
El problema migratorio es otro punto que incide en la política de Trump hacia
Venezuela. Durante su campaña, utilizó el tema como una herramienta
propagandística para reforzar su imagen. Un acuerdo permitiría mejorar las
condiciones económicas en el país y reducir así la migración, y también ejecutar
deportaciones más efectivas.
Esta estrategia enfrenta resistencias dentro de su propio equipo, pero el beneficio
político de proyectarse como alguien que “resuelve el problema” podría ser un
incentivo para ensayar esta vía.
¿REVANCHA?
Ahora bien, la política de Trump hacia Venezuela no se definirá únicamente por
cálculos estratégicos sobre petróleo o migración. También hay que considerar su
carácter orgulloso y poco dispuesto a admitir derrotas, lo que podría inclinarlo por
una política agresiva en la búsqueda de una revancha. Al mismo tiempo, su
pragmatismo podría llevarlo a adoptar una posición más flexible.
En el fondo, lo que está en juego no es solo la relación con Venezuela, sino cómo
Estados Unidos redefine su estrategia en un mundo que se ha hecho multipolar.
La elección entre pragmatismo y revancha será el reflejo tanto del carácter de
Trump como del peso de los intereses en juego.
LEOPOLDO PUCHI