Seguir luchando. No queda otra. Después de los últimos acontecimientos no queda otra opción que seguir luchando por Venezuela y por los venezolanos. Seguir luchando por la liberad, por el respeto a la Constitución, por la plena vigencia del estado de derecho, por el respeto a los derechos humanos, por el principio de que la soberanía reside en el pueblo de una manera intransferible y que nadie tiene derecho a usurpar y a desconocer la voluntad popular.
Entramos en una nueva etapa que reclama de nuestra parte un mayor nivel de compromiso con Venezuela y con los venezolanos. Ahora tendremos un gobierno cuya legitimidad de origen está seriamente cuestionada, dentro y fuera de Venezuela. Ahora enfrentamos una situación en la que será más difícil todavía resolver la crisis humanitaria que sufre nuestro país desde hace tantos años. Crisis económica y crisis social. Crisis de servicios públicos y deterioro creciente de la calidad de vida de los venezolanos.
El afán de perpetuarse en el poder pudo más que la obligación de respetar las reglas de juego consagradas en la Constitución Nacional y más que el sentido de responsabilidad frente a Venezuela y los venezolanos. Una gente que no se caracteriza por cumplir con sus promesas resolvió cumplir una de ellas: la de quedarse en el poder por las buenas o por las malas. Se quedan por las malas. Veremos cuando les dura.
Lo hemos dicho muchas veces. La recuperación de la economía nacional pasa por dos condiciones: una es la necesidad de reinsertarnos en la comunidad financiera internacional. Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, Corporación Andina de Fomento, etc. Con un gobierno cuya legitimidad de origen está tan seriamente cuestionada será muy difícil, por no decir imposible, esa reinserción. Ello se traduce en más sufrimiento para los venezolanos.
La otra condición es la de que prevalezca un clima de confianza en el país, de tal naturaleza que podamos contar con el aporte de capitales públicos, pero sobre todo privados, nacionales o extranjeras. Mientras prevalezca un gobierno tan cuestionado dentro y fuera del país, será imposible conseguir inversionistas que se atrevan a arriesgar sus capitales en Venezuela.
En estas circunstancias no nos queda otra opción que seguir luchando por tratar de resolver la crisis política, la económica, la social y la de servicios públicos. Seguir luchando por mejoras de calidad de vida de los ciudadanos y seguir luchando por nuestro derecho a vivir en democracia: sin presos políticos y sin perseguidos políticos.
No debemos renunciar a nuestro compromiso de dar la lucha dentro de la Constitución y de las leyes. Nuestra lucha siempre debe ser pacífica. La violencia no resuelve nada. Al contrario. Lo agrava todo. Nuestro deber es seguir predicando la buena doctrina. Seguir aferrados a la defensa del orden constitucional, de la democracia y de la libertad.
Al concluir este artículo quisiera dejar testimonio de mi reconocimiento y mi admiración al pueblo venezolano y a la voluntad demostrada en las manifestaciones populares a favor de la democracia. También dejo testimonio de un respeto y admiración a María Corina Machado y a todo su equipo de trabajo. Mi reconocimiento por su constancia y por su valentía.
Finalmente, una palabra de reconocimiento a mi amigo de muchos años, Edmundo González Urrutia, que con tanta dignidad y con tanto coraje ha sabido responder a la confianza depositada en él por millones de venezolanos y por líderes de todo el mundo.
Termino dando gracias a Dios y pidiéndole por la unión y el progreso de la patria de Bolívar y de Sucre y de Vargas y del millón de grandes, más poblada en el cielo que en la tierra. Esa Venezuela a la que cantó en verso iluminado el gran poeta Andrés Eloy Blanco.
Seguiremos conversando.
NOTICIERO DIGITAL
