Home Punto de enfoque “Voces de muerte sonaron, cerca del Guadalquivir”.CARLOS RAUL HERNANDEZ .16 febrero

“Voces de muerte sonaron, cerca del Guadalquivir”.CARLOS RAUL HERNANDEZ .16 febrero

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“A las nueve de la noche / le cierran el calabozo/ mientras el cielo reluce/ como la grupa de un potro”. (Romancero gitano. F. García Lorca)

Ahora que nada es tabú, no debería haber exageradas sorpresas sobre revelaciones, o más bien hipótesisde revelaciones, en el firmamento de la política cuasi-contemporánea. En plena pandemia de 2020, conocimos una investigación del historiador Daniel Eisenberg, colaborador del Instituto Cervantes, que sostiene la homosexualidad nada menos que del mismísimo Francisco Franco. Afirma que el general Queipo del Llano, su rival y odiador, y otros altos oficiales, solían llamarlo “Paca la cul …na” y “Miss Canarias”. La Falange, partido fundamental pero problemático para el franquismo, según Eisenberg, tuvo predominio homosexual, posible emulación de las S.A, disueltas por Hitler y asesinados sus miembros porque el cuartel general era un burdel masculino para hombres.

Que José Antonio Primo de Rivera, el líder falangista, ejecutado por órdenes públicas de “La pasionaria”, fuera íntimo amigo de García Lorca, no es noticia en relación con este, pero mucho sobre el otro (ambos asesinados en 1936). Para ilustrar la cercanía entre los dos, Eisenberg afirma que cuando lo fusilan, “la falange publicó numerosos homenajes… porque…su héroe poético era Lorca”. Jesús Cotta, en su obra premiada Rosas de plomo, cita el libro Poesía y verdad de Gabriel Celaya, amigo de García Lorca, cuando le confesó “… ¿sabes que todos los viernes salgo con él (Primo de Rivera). Pues te lo digo. Salimos juntos en un auto con las cortinillas bajadas para que no nos vean”.

En general quien tiene idea sobre el asunto, piensa que a Lorca lo ejecutaron “por comunista y homosexual”, pero según varios autores eso es abrumadoramente falso: él nunca fue un objetivo del franquismo. Se trata de una posverdad, operación propagandística revolucionaria, evidencia también Manuel Ayllón en importantes obras, El caso Lorca, fantasía de un misterio y Granada 1936. Tenían claro que era un diletante, jamás movió una silla por ninguna causa, no le interesaba la política. Garabateó su nombre alguna vez de “abajo firmante”, pero se resistió participar en un homenaje a Máximo Gorki, lo que le procuró enemistad de Rafael Alberti. Conoció a J.A Primo de Rivera a través del embajador chileno, Carlos Morla Lynch, “el Ángel blanco”, personaje valiente, culto, elegante y de profunda bondad, que utilizó su cargo para salvar vidas, a los monárquicos y luego a los comunistas. Así como Oskar Schindler tuvo la suya, Spielberg debería hacer La lista de Lynch.

También homosexual, lo reprende una vez: “…parece mentira, Federico, que seas incapaz de mantener relaciones con un hombre adulto y solo te relaciones con menores”. Federico llega a Granada en 1936 a pasar vacaciones con su familia y ejecuta acciones que le costarán la vida, aunque su muerte no es un objetivo político sino una venganza personal. El 18 de julio de 1936 es el levantamiento militar contra la república, un régimen revolucionario, de masacres y atrocidades de stalinistas contra monárquicos, republicanos demócratas, católicos. Y contra ellos mismos: trotskistas, anarquistas, socialistas y las demás corrientes opuestas, se torturan y masacran entre sí. Un mes después, en la misma matriz estalinista, vendrán los estremecedores “juicios de Moscú”. Andrés Nin, jefe del POUM trotskista en España, a quien los estalinistas desollaron vivo. Había dicho “…hemos resuelto el problema de las relaciones con la Iglesia. No dejaremos pie ni una”.

Mientras arranca la guerra en España, en la URSS exterminaban al trotkismo y a “la derecha” comunistas. Stalin fusila medio comité central bolchevique, Kamenev, Zinoviev, Piatakov, Radek, Rikov, Bujarin, Krestinski, Rakosky y hará matar a Trotsky en México. En el tenso ambiente de Granada, Federico se aloja en la casa de la familia Rosales, con su amigo y también poeta Luis Rosales; estuvo ahí sus últimas tres semanas y los franquistas sabían porque el lugar era una suerte de comando general de la falange en Granada. La danza macabra comienza así. Convoca a la comunidad gay a un parque para leerles su última obra teatral. El argumento cuenta de una doble viuda, Bernarda Alba, con cinco hijas sometidas a un luto riguroso por ocho años bajo disciplina conventual, aisladas del mundo. Sus nombres expresan lo que viven: Angustias, Martirio, Magdalena, Amelia y Adela.

Un hábil cazador de fortunas, “Pepe el Romano”, ve propicio aquel presidio donde él es la redención y termina en relaciones con dos de las hermanas -en el pueblo decían que con todas- y una de ellas se suicida. Pero la trama no era ficción sino un desgarrador y reciente escándalo ocurrido en Asquerosa, una aldea a la que inexplicablemente le cambian el nombre por Valderrubio. La madre monstruo se llamaba Paquita Alba, “Bernarda” en el cuento. Pepe el Romano, no solo existía, sino que las moiras le permitieron convertirse en un esbirro franquista, a quien llega que Federico propalaba su sórdida historia y jura vengarse. Sin lectura pública, no hubiera pasado nada, porque la obra se publica en 1947. Como en la tragedia griega, actúa el destino, Edipo paga las culpas de Layo.

El padre del poeta, Federico García Rodríguez, un galanazo pobre, se casa con una señora muy rica y gracias a ella hace carrera: notario, secretario del ayuntamiento, se mete en política. Cuajó gran fortuna con información privilegiada dudosamente obtenida y fue responsable de muchas ruinas y quiebras, entre ellas la de sus cuñados, los hermanos Roldan. Después de catorce años de casada muere sin hijos y García Rodríguez usó sus habilidades para quedarse con toda la herencia. Los Roldán le ponen pleito que duró 40 años. La insurrección en Granada es el 20 de julio, con cautela dos días después de Franco, porque esperan la reacción del resto de España para decidir. Se sublevan los militares, mientras la Falange y CEDA permanecen a la expectativa.

Los uniformados, menos de setecientos, tienen que salir a defender el perímetro de la ciudad. Es la sentencia para Federico, porque la represión interna la ejercen paramilitares urbanos, que surgen espontáneamente. Las guerras civiles tienden a ser más cruentas que las convencionales, porque no son combatientes desconocidos, sino partidos, familias, grupos, individuos el escenario que guardan resentimientos y ahora podrán desahogar miserias, odios, envidias, venganzas. Matar se hace personal y en Granada tiene vía libre la represión más cruenta de la guerra civil española: muere uno de cada tres varones adultos. Los militares y la Falange no tenían nada contra el poeta, pero si Romano y los Roldan, señores de la violencia callejera.

Federico sale de su escondite a comprar cigarros, lo descubren y arrestan quienes querían cobrarle afrentas, el Romano y los Roldán. Los Rosales y el padre de Federico se mueven con rapidez, en la noche del 18 de agosto llegan a un acuerdo con los militares y reciben una orden firmada de excarcelación para liberarlo en la mañana. Pero sus sus enemigos implacables, los Roldán, seguían los pasos, se adelantan, lo sacan del calabozo de madrugada y lo llevan al punto donde concentraban a los que serían ejecutados, el Palacio Moscoso. El capitán se niega a fusilarlo, pero lo hace “ejecutivamente” un primo de Pepe el Romano, situación de hecho sin conocimiento de las jerarquías, el 19 de agosto. Lo entierran en fosa común y el cadáver inicia un rocambolesco proceso hasta hoy. Pero esa es otra historia

@CarlosRaulHer

EL UNIVERSAL

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