40% de los venezolanos de entre 18 y 30 años planea abandonar su país. La crisis económica y la falta de oportunidades siguen empujando a más personas a la migración; sin embargo, muchas naciones consideran a estos ciudadanos como migrantes regulares y omiten las recomendaciones de Acnur sobre protección especial para los nacionales de Venezuela
Lejos de detenerse, la migración venezolana sigue en transformación. Hasta el año pasado, los principales destinos elegidos por los venezolanos eran Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile y Ecuador, pero las nuevas restricciones migratorias, especialmente las impuestas por EEUU, que impactan directamente en algunos países de la región, han obligado a muchos a replantear sus rutas.
En 2025, los flujos migratorios se reconfiguran, abriendo camino a nuevos destinos como España y Brasil, mientras que Colombia sigue siendo un punto clave de acogida de ciudadanos nacionales de Venezuela.
La mayoría de los venezolanos que emigra lo hace debido a múltiples factores que han generado una crisis humanitaria en el país. La Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur) expone que las principales causas de la migración son: crisis económica y social, inseguridad y violencia, persecución política y violación de derechos humanos, así como el colapso de servicios de salud y educación.
«La población venezolana no es migrante. Son personas con necesidad de protección internacional», asegura Ligia Bolívar, investigadora asociada al Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, responsable del área de derechos de migrantes y refugiados.
Tras esta afirmación, Bolívar expone que lo que ocurre «es que los países no han entendido, incluyendo Colombia, que la población venezolana requiere protección internacional» y que por eso se les trata como migrantes regulares y se les aplica las mismas normas que se le fijan a cualquier otra persona que se muda de país.
A lo largo de los últimos años, los países receptores de migrantes venezolanos han establecido una serie de medidas mucho más restrictivas en sus políticas migratorias con el objetivo de desalentar y frenar los flujos migratorios; por lo que la gran mayoría de naciones de la región han establecido el requisito de visas para estos ciudadanos.
Ligia Bolívar detalla que las razones de salida de los venezolanos no son las mismas que las de un migrante voluntario que organiza sus cosas, tiene ahorros, que tiene documentos en regla y que puede llegar por vía aérea o marítima a otro país, con su pasaporte: «Es una persona que sale caminando, evadiendo puntos de control, por no tener pasaporte —por ser el más costoso de la región—, viene muchas veces perseguido», características que lo convierten, insiste, «en persona con necesidad de protección internacional».
A pesar de los obstáculos, la migración venezolana parece que no se detendrá en el corto, mediano o largo plazo, pues la incertidumbre política y la situación económica siguen impulsando a más personas a huir de su país, así lo demuestra un reciente estudio de opinión.
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La encuestadora Poder y Estrategia encontró en enero de este año que 18% de los venezolanos tiene intenciones de migrar en busca de mejores oportunidades de vida, pero es un dato que crece a 40% cuando se le pregunta a jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años de edad, explica el sociólogo Ricardo Ríos, presidente de la consultora.
El estudio de campo de esta encuestadora se realizó en ocho grandes ciudades del país: Caracas, Valencia, Maracaibo, Barquisimeto, Puerto La Cruz-Barcelona, San Cristóbal, Barinas y Ciudad Guayana, con una muestra de 1.040 personas.
6% de los consultados dijo estar bien decidido a migrar, 11% manifestó el deseo de irse, pero sin planes claros, 23% afirmó no tener más opciones que quedarse en Venezuela, 16% dijo no tener ganas de emigrar y 44% aseguró que «definitivamente» se queda en el país.
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Cambio de destinos
Las severas medidas migratorias tomadas por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y hasta la congelación de fondos por medio de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que también frena programas de migración en países de América Latina y el Caribe, hizo que los venezolanos se replantearan a dónde migrar y que otros se sigan preguntando: «A dónde me puedo ir, donde tenga calma y no sienta miedo», comenta una periodista de 28 años de edad que estudia opciones para salir de su país natal en vista de las pocas oportunidades.
Otros siguen preguntándose para dónde migrar, que sean países donde puedan regularizarse y trabajar para generar ingresos y costear sus gastos.
Hasta septiembre de 2024, muchos de los que manifestaron planes de huir de Venezuela, tenían en mente Estados Unidos como destino (27%); sin embargo, este porcentaje descendió a 11% el pasado mes de enero, mientras que España pasó a ocupar el primer lugar de preferencia con 26%.
Alberto Uribe, de 33 años de edad, renovó su pasaporte para irse a España a buscar un empleo que le deje mejor salario. En 2017 se mudó desde Caracas a Cúcuta, huyendo de la profunda crisis económica, «pero ya en Colombia no se hace suficiente dinero para pagar arriendo, comida y vivir bien», comenta a TalCual.
Llegará a Tenerife, a casa de unos familiares que ya tienen unos cinco años allá, y dice estar dispuesto a aceptar cualquier empleo que le permita enviar remesas a sus dos hijos pequeños que dejó en Cúcuta y «ahorrar algo de dinero».
En Latinoamérica, Brasil es uno de los países que emerge como opción ante los beneficios y la asistencia que otorga a los venezolanos por medio del programa «Operación Acogida».
Solo el año pasado, Brasil otorgó estatus de refugiado a 12.726 venezolanos, número que representa 95% de todas las solicitudes aprobadas en el país. En total, este país ha reconocido a 141.000 venezolanos como refugiados, siendo la nación que más solicitudes de refugio ha aprobado para ciudadanos de Venezuela.
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Estas condiciones hacen que 16% de los consultados por Poder y Estrategia manifiesten al gigante de Suramérica como un destino para buscar mejores oportunidades de vida.
Colombia es otra de las opciones que los venezolanos mantienen como destino para migrar este año: 13% de los entrevistados el pasado mes de enero dijo que se mudaría a ese país.
Hay quienes han puesto el foco en Chile y Argentina; esta última nación flexibilizó, hace pocos meses, el ingreso y la radicación de migrantes venezolanos, con pasaporte o cédula vencidos hasta 10 años y autoriza a los niños menores de nueve años a llegar solo con la partida de nacimiento; por el contrario, Chile pide un listado de requisitos, entre ellos una visa.
A tal efecto, la profesora Ligia Bolívar expone que «las opciones migratorias que tienen los venezolanos son las mismas que tiene cualquier otro migrante» porque dice que en el sentido estricto «no es que haya restricciones», sino que deben cumplir con normativas establecidas para ciudadanos de otras naciones.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha hecho llamados a los Estados para que «reciban a los venezolanos, para que permitan el acceso a su territorio» y destaca «la importancia fundamental de garantizar el acceso a los procedimientos de asilo y a los mecanismos de protección grupales con las salvaguardias adecuadas».
De la misma manera sostiene que «la mayoría de las personas nacionales de Venezuela se encuentran necesitadas de protección internacional bajo el criterio contenido en la Declaración de Cartagena, sobre la base de las amenazas a su vida, seguridad o libertad resultante de eventos que se encuentran actualmente perturbando gravemente el orden público».
No obstante, la investigadora del Centro de DDHH de la UCAB asevera que los países no aceptan esta definición ampliada que hace Acnur sobre los venezolanos, lo que los deja en una especie de desamparo porque aunque las naciones tengan procesos para regularización de migrantes, «muy pocos venezolanos cumplen esos requisitos», lo que les pone barreras más altas.
De la misma manera, Acnur señala que persisten desafíos como la inestabilidad económica y la desigualdad social, que dificultan la integración plena de estas personas en las comunidades de acogida.
Impacto y riesgos
Antes de que Donald Trump asumiera su mandato, los países estaban reduciendo sus niveles de atención excepcional a los migrantes venezolanos, los montos de cooperación internacional para migración estaban por debajo de 30% de lo requerido y, en la actualidad, con la suspensión de la ayuda humanitaria a través de Usaid, «el impacto es enorme y directo porque algunos de los beneficios que se le estaba dando a la población migrante venezolana eran financiados con la cooperación internacional», resume Ligia Bolívar.
Desde el Centro de Derechos Humanos de la UCAB advierten que en procesos migratorios como los que se están dando desde Venezuela, «en condiciones precarias, los riesgos son muy altos, y las personas tienen que estar atentas a no caer en manos de personas que hacen de esto (migración) un negocio y que terminen perjudicadas sus vidas».
También recomiendan informarse sobre el destino que desean tomar, pues es necesario recordar que la migración irregular expone a los venezolanos a riesgos de explotación laboral, trata de personas y violencia de género en los países de tránsito y destino.
De acuerdo con datos de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V), actualizados al 3 de diciembre de 2024, en el mundo había más de 7,89 millones de venezolanos migrantes, que abandonaron su país en busca de protección y mejores condiciones de vida. Aproximadamente, 6,7 millones vive en países de América Latina y el Caribe.
Un número significativo de migrantes venezolanos pueden no estar registrados oficialmente en los países de acogida, lo que puede implicar que las cifras reales sean más altas.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.
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