Un estudio de Anova Policy Research junto al Banco Interamericano de Desarrollo estima que entre 2012 y 2021, los ingresos laborales totales cayeron 86,1% en términos reales. Pero también en ese período la población en edad de trabajar se contrajo en 18%, equivalente a 3,8 millones de personas
Una primera entrega de la investigación “Crisis económica y el colapso del acervo de capital humano venezolano”, publicada este viernes 7 de marzo, indica que a partir de 2015 Venezuela experimentó un período de “colapso de capital humano”, donde los ingresos laborales en términos reales cayeron 86%, pero donde también la crisis reconfiguró a la fuerza laboral y sus efectos siguen presentes.
El estudio elaborado por Anova Policy Research junto al Banco Interamericano de Desarrollo estima que entre 2012 y 2021, los ingresos laborales totales cayeron 86,1% en términos reales. La caída repercutió en la percepción de cuán rentable es la educación, afectando las decisiones individuales de formación de capital humano.
Anova sostiene que en los últimos años el capital humano ha disminuido por un lado por ola migratoria, así como por la profunda contracción en el valor de los salarios reales, que ha reducido los incentivos para participar en el mercado laboral.
Entre 2015 y 2021 Venezuela se quedó sin 4,1 millones de personas en edad de trabajar. Mientras que en ese mismo periodo la población en edad de trabajar (PET) se contrajo en 18%, equivalente a 3,8 millones de personas. En ese lapso la caída estuvo concentrada en los segmentos más jóvenes de 15 a 24 años (-30%) y más productivos de 25 a 50 años (-27%).
Esta caída de los salarios reales generó, entre otros efectos, un agudo desestímulo para la participación en el mercado laboral. Entre 2015 y 2021, la tasa de actividad se redujo 11,6%, esto es una caída de 4,4 millones de personas (33%), un tercio de la población económicamente activa (PEA). Esta contracción afectó en mayor medida a la PEA de mujeres (-41%) y a la de trabajadores con mayor experiencia laboral (-37%).
“La recuperación parcial de la economía desde 2021 hasta hoy ha sido tan leve en magnitud, tan limitada sectorialmente, circunscrita territorialmente, y desigual en términos económicos, que ha resultado insuficiente para mejorar las condiciones de vida de la población que sigue enfrentando niveles de precariedad extrema en sus condiciones materiales de vida”, advierte la investigación.
Caída de los ingresos en términos reales entre 2010 y 2021 – Fuente: Anova
La crisis también produjo un abrupto ajuste demográfico a partir de 2015. El crecimiento de la población se desaceleró en 2015, alcanzó un máximo de 30.790.097 de personas en 2017, para luego caer abruptamente a 28.352.075 en 2021, cifra menor que la registrada diez años antes.
Efecto a nivel educativo
En 2010 un año adicional de educación se asociaba a un aumento del ingreso real del 3,7%, por ejemplo si una persona en vez de llegar a cuarto grado de escolaridad tenía quinto. En 2021 este porcentaje se redujo a 1,7%, una reducción de 54% en el rendimiento de la inversión en capital humano educativo, indica el informe.
Asimismo, en 2021 el número de trabajadores activos con educación secundaria, técnica o universitaria completa cayó en 2,3 millones de personas con respecto a 2015.
También una parte importante de los trabajadores más calificados salieron del mercado de trabajo. Se estima que entre 2015 y 2021 el número de trabajadores activos con educación superior cayó 27%, mientras que el total de trabajadores activos con educación secundaria cayó 29%.
La firma concluye que el declive educativo tiene implicaciones profundas y duraderas para las perspectivas de recuperación económica del país, por lo que advierte que cualquier plan de recuperación futura deberá tomar en cuenta políticas específicas.
“Una agenda de reformas para el crecimiento sostenido tendrá que pasar por la reconstrucción de las capacidades productivas de los venezolanos, incluyendo un proceso de estabilización económica creíble que permita mejoras sostenidas en los salarios reales; políticas específicas para el apoyo de la participación laboral femenina; así como para crear incentivos al retorno de la diáspora; y, políticas migratorias de apertura y atracción de talento no nacional”, sugiere.
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