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Jesús Alberto Castillo: La transición anunciada por Edmundo

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Al juzgar por el deseo de Edmundo González de impulsar la transición política en Venezuela, tal como lo ratificó en su primera declaración pública en España, debemos de estar claros de lo que tendría que ocurrir para no caer en falsas expectativas.

Primero, debe ser declarado ganador y proclamado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), ente facultado por la Constitución para ejercer dicha competencia, no otro poder constituido. Segundo, debe juramentarse el 10 de enero del 2025 ante la Asamblea Nacional (AN) o, por razones de fuerza mayor, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

Estos dos pasos implican necesariamente una negociación con el oficialismo, aunque algunas voces que apoyan a Edmundo digan lo contrario. Pues, tanto el CNE, la AN y el TSJ están controlados por el gobierno. Pensar en otros pasos es caerse a embuste. Nada de Asamblea Nacional ni de Tribunal Supremo en el exilio. La realidad por muy dura que sea es la que termina imponiéndose en política.

Resulta lógico, entonces, que Edmundo González haga todo lo que esté a su alcance para persuadir a Maduro a que reconozca su derrota y entregué el poder para la fecha establecida por la Constitución venezolana. Por las señales dadas, el oficialismo ha decidido darle una patada a la Voluntad Popular y a la propia Carta Magna.

Si en verdad Edmundo González aspira convertirse en Presidente Constitucional e iniciar la transición tendrá que aprender a sortear con inteligencia y habilidad política las adversidades en lo que resta para el 10 de enero del 2025. No basta la presión internacional a su favor, la cual hoy es innegable. Debe motivar a sus seguidores de que realmente tomará posesión de su cargo. Esto es fundamental en su lucha para no apagar las esperanzas y mantener viva la presencia de la gente en el escenario público con manifestaciones cívicas.

Además, no le queda otro camino que buscar acuerdos en el entorno oficialista y dar garantías de gobernabilidad, es decir, tirar puentes hacia los parlamentarios (PSUV y aliados) y las propias fuerzas armadas para convencerlos de que gobernará para todos. Todavía queda tiempo para agotar esas conversaciones, aunque los días pasen de forma rápida.  Por ahora lo que cuenta es la prudencia en el manejo de las piezas del tablero. Esa es la ruta. Lo que pueda ocurrir el día pautado para la posesión es otra cosa y sobre eso   no es bueno precipitarse.

Politólogo y profesor universitario

costa del sol

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