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LA PROCESIÓN VA POR DENTRO…CELESTINO APONTE.

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Un buen amigo, profesor de la Universidad de los Andes, me recordó hace unos días como después del fraude electoral del 15 de diciembre de 1957, el pueblo venezolano vivió y disfrutó la navidad y fiesta de fin de año de manera apasible y tranquila. De tal modo que el dictador de la época, Marcos Perez Jiménez, pensó que los venezolanos habían aceptado y acatado el fraude. Pero el pueblo «no estaba muerto, andaba de parranda» y en enero del 58 reaccionó del modo ya sabido y en la madrugada del 23 de enero el dictador se dio a la fuga por aquello de que «pescuezo no retoña». La procesion iba por dentro. La lección es que los procesos y cambios políticos tienen una lógica y unos tiempos distintos a la que suponen las impetuosas vanguardias.

El asunto viene a colación a propósito del bajo ritmo de la protesta popular a propósito del fraude electoral y golpe de estado a la soberanía popular propinado por la comandita CNE, TSJ, ministerio Publico y Miraflores el 28 la julio pasado. Las protestas iniciales fueron masivas dado que expresaban el rechazo del 80 por ciento de los venezolanos al delito en cuestión. Baja la afluencia de ciudadanos a las protestas como efecto inmediato del terrorismo de Estado implantado (2 mil detenciones arbitrarias, torturas, imputaciones y sentencias ilegales y 25 asesinatos en la calle) y no una desmotivación ciudadana y, menos aún, disposición a soportar, resignadamente, la continuidad en el poder del régimen que la oprime. Una vez más, la procesión va por dentro. Todos los venezolanos estamos conscientes no sólo del fraude como un hecho puntual, sino de que somos víctimas de un gobierno forajido o truhan.

A lo anterior se agrega el agravamiento de la crisis social y la incapacidad del régimen para dar respuesta y solución al conjunto de males creados por su manifiesta incompetencia. El deterioro vertiginoso del salario y la capacidad adquisitiva debido a la inflación y la persistente y continúa devaluación del bolivar, la bonificación del salario, la desaparición de la atención primaria en salud, la deserción del personal docente, las ridículas bonificaciones de fin de año ( aguinaldos), el resurgir con nuevos bríos de la migracion y la crueldad del gobierno con los ciudadanos de la tercera edad conforman un cuadro de frustración, rabia, descontento, desencanto y rechazo contra el régimen.

Lejos de atender el reclamo popular tanto en lo político (mostrar las actas, totalizar los votos, decir la verdad y proclamar al ganador como presidente electo) como en lo reivindicativo (actos de justicia social) el régimen hace esfuerzos por desviar la atención. 

Tales intentos van desde el ridículo decreto de celebración navideña en octubre pasando por por los histéricos discursos del presidente de la Asamblea Nacional exigiendo que el país rompa relaciones diplomáticas y comerciales con España, los insultos a la Unión Europea, al Centro Carter, a Blinken hasta la suprema idiotez de denunciar a Lula Da Silva y al presidente Gabriel Boric de ser agentes de la CIA constituyen fracasados e inutiles intentos de desviar la atencion. Pero, repito, la procesión va por dentro. Más del 80% de los venezolanos, incluyendo lo que queda de las bases del PSUV, los cuerpos de seguridad del Estado y las FANB no se resignan a esta calamidad pública que es el gobierno. Amanecerá y veremos.

POR CELESTINO APONTE

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