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El candidato trasgresor, por Gregorio Salazar

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Si les dicen autócratas se irritan. Si los llaman tiranos se indignan. Si les gritan sátrapas enfurecen. Si los acusan de dictadores y violadores de derechos humanos estallan de indignación ante los organismos internacionales. O al menos esos aparentan, entre pucheros de cocodrilos, el fiscal y el canciller. Eso hemos visto.

Lo real y objetivo es que los venezolanos vimos y oímos al propio presidente-candidato decir «ganaremos por las buenas o por las malas» y esto rebasa todos los umbrales constitucionales y al más elemental respeto debido al pueblo. El «soberano», como en un tiempo gustaba de llamarlo Chávez. Eso fue hasta que perdió su apoyo.

Aquellas palabras, verdadera afrenta a la legalidad por quien encabeza el Estado, encuentran concreción en la cadena de nuevos atropellos represivos, insólitas maniobras administrativas, vulgares jugarretas judiciales, increíbles patrañas discursivas con las que el régimen se opone a la legítima y legal participación de la oposición reunida en torno a la candidatura de María Corina Machado. Muchos volverán a decir “los subestimamos”. Y ellos responderán con el consabido: “Es nuestra esencia”.

Lo que está ocurriendo en el CNE reconfirma, hasta la náusea, que tras los intentos de acuerdos seguimos frente al desenfrenado elenco que durante más de 25 años se ha mostrado dispuesto a todo por mantenerse aferrados al poder, ejerciendo omnímodo control de todas las áreas del Estado, de cuanto tenga que ver con las vidas, derechos y bienes de los venezolanos. Y en mala hora creen haber encontrado campo abonado en el complicadísimo contexto internacional –dos guerras en expansión, terribles dificultades económicas y la democracia norteamericana en crisis– para ir cada vez más lejos con aliados de su misma catadura. Lo demás es transaccional y repulsivo lobby interno.

Hasta el viernes al mediodía, hora de despachar esta nota, las dos únicas tarjetas de la oposición que lograron sobrevivir a las horcas caudinas del CNE (MUD y UNT) no habían tenido entrada al sistema automatizado del CNE para cumplir con la presentación del perfil de su postulación. Otras 33 organizaciones lo habían logrado hacer sin problemas. La degollina fue contra quienes los van a derrotar. La ciudadanía espera en vilo el desenlace de esta crisis institucional asordinada con complicidad mediática.

Con estas nuevas barreras a la participación, el régimen da un bochornoso y vergonzante espectáculo ante la comunidad internacional democrática. Poco les importa, lo sabemos. Pero ya el mundo entero sabe del estrepitoso fracaso del festín revolucionario en un país lleno de riquezas, de la nueva réplica, corregida y aumentada, del infierno cubano que por estos días muestra también su agonía al mundo libre.

Son dos los apagones revolucionarios. Y lo más preocupante, cuando se recurre a un paralelo, es que en Cuba, donde las manifestaciones populares han sido reiteradas y crecientes, la población recorre las calles exigiendo –tal como falta aquí– comida, luz eléctrica, libertades, sin que se asome un liderazgo político, una sola organización opositora, algo prohibido por la constitución castrista, que conduzca los reclamos populares y los haga valer. La resistencia organizada no aparece.

Si allá hay un solo partido, el comunista, por derecho, aquí buscan afanosa e incansablemente imponerlo de hecho. Las agrupaciones que en la AN acompañan al régimen en varias de sus atrocidades contra la oposición saben que no tienen –ni tendrán en este escenario– calado popular y se conforman con medrar de las sobras. Rémoras adheridas a un escualo feroz y voraz. A las demás les han jurado la muerte.

*Lea también: La ira de los mansos, por Gioconda Cunto de San Blas

Imposible otear el panorama mientras no sepamos el resultado final de la obstrucción en el CNE. ¿Qué tarjeta pasará? ¿Quién será el candidato que de lograr su inscripción derrotará a Maduro? Lo que está claro es que si la enorme fuerza de cambio que se ha ido consolidando desde las primarias desde el 22 de octubre a esta fecha se diluyera sin desplazar a Maduro nos tocará ver, por un rato incalculable, al país a través del ojo de la cerradura. A través del cerrojo de un gran calabozo nacional: sin derechos y en condiciones abyectas de vida para las grandes mayorías. A diferencia de Cuba aquí tenemos fuerza y liderazgo y nadie va a claudicar.

Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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