El actual momento político venezolano se caracteriza, fundamentalmente, por el sistemático y brutal comportamiento, en comandita, del gobierno de facto y del conjunto de instituciones estatales que controla en prácticas terroristas. Vale decir, orientadas a aterrorizar a la ciudadanía y a la disidencia política para acallar las criticas a su fracasada gestion y sacar del juego a la opción política electoral a quien teme enfrentar en las elecciones presidenciales del presente año. En definitiva, terrorismo de Estado en tanto uso, por parte del gobierno, de practicas ilegales generadoras de miedo y hasta pánico en la población con el despropósito de provocar conductas colectivas contrarias al pensamiento y estado emocional en la misma. Apresando y torturando a los lideres sociales y políticos que se oponen al gobierno, como es el caso.
El chavismo madurismo furioso y sin control contra la indignación y la paciencia del pueblo venezolano. La testarudez de Nicolás Maduro y la decisión antidemocrática de aferrarse al poder por «las buenas o por las malas» contra la voluntad democrática y mayoritaria de los venezolanos que aspiramos dotarnos de un gobierno decente y respetuoso del Estado de Derecho.
El terrorismo de Estado al que hacemos referencia no es una construcción abstracta ni un recurso retórico para hacer ejercicio opositor. Es una realidad fáctica, observable, a la vista de todos y terrorífica: desaparecidos, torturados, perseguidos, agredidos físicamente por bandas criminales al servicio del gobierno y, por si todo eso fuera poco, restaurantes, hoteles y casas comerciales cerradas por prestar servicios profesionales a la candidata presidencial María Corina Machado y a su equipo. Los hoteles, salas de conferencia, linear aéreas, emisoras de radio, comercios que alquilan sonidos y equipos de proyección de imágenes que vendan o presten servicios a la mencionada candidata son multados, cerrados
